Situada en un cruce de caminos y dueña de una feraz vega, Antequera ocupa un emplazamiento privilegiado. En la ciudad y su entorno se acumulan monumentos desde la Prehistoria hasta el Barroco.
Situada en un cruce de caminos y dueña de una feraz vega, Antequera ocupa un emplazamiento privilegiado. En la ciudad y su entorno se acumulan monumentos desde la Prehistoria hasta el Barroco.
Aunque por cualquier rincón de la ciudad podemos encontrar templos y casas renacentistas y barrocas, junto a ella se encuentra unos de los dólmenes más importantes de todos los conocidos en el mundo y que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad. Son tres los sepulcros de la Edad del Cobre conservados: Menga, Viera y El Romeral, todos ellos cubiertos por una estructura tumular, pero con dos formas constructivas distintas, del tipo denominado como “galería” y del tipo “corredor”.
En época romana se sitúan en un radio de apenas seis kilómetros dos ciudades romanas: Singilia Barba y Antikaria, situada bajo el casco urbano de la actual Antequera. De ella son visibles varios restos, como la llamada Carnicería de los Moros se trata en realidad de un ninfeo o fuente monumental romana, o la Villa romana de la Estación, un edificio de gran riqueza, con varias estancias con pavimentos de mosaicos policromos y cubrimientos parietales de opus sectile. En la excavación han aparecido varios fragmentos arquitectónicos como son columnas o pilastras y fragmentos escultóricos, algunos excepcionales.
En Antequera se encuentra unos de los dólmenes más importantes de todos los conocidos en el mundo y que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad.
Las Termas Santa María de Santa María se encuentran en la ladera este del cerro en el que se encuentra la Real Colegiata de Santa María la Mayor, muy notable templo renacentista construido en la primera mitad del siglo XVI, utilizando muchos sillares de la vecina Singilia Barba. Las tres naves se cubren por un hermoso artesonado mudéjar. Al sur lo limitan las cimentaciones de una primitiva ubicación de la iglesia de Santa María, luego desestimada.
La Antaqira musulmana ha dejado numerosos restos. Los vestigios musulmanes más notable son los de su Alcazaba, cuyo principal torre es la del Homenaje o de Papabellotas. El Arco de los Gigantes, construido en 1585 en estilo renacentista fue un símbolo del interés de la ciudad por reafirmar su pasado romano, aunque para ello recogió todas aquellas lápidas o estatuas procedentes de diversas ciudades de los alrededores. La Puerta de Málaga, de época almohade, albergó una ermita que modificó bastante su estructura. Sus defensas fueron reforzadas en época nazarí.
Antequera fue conquistada en 1410 por Fernando de Castilla, que recibirá precisamente el sobrenombre “de Antequera”. Los primeros años bajo dominio cristiano fueron difíciles por su situación fronteriza, y esta situación no cambiará hasta la definitiva caída del reino nazarí en 1492. A partir de entonces, Antequera alcanzará un gran desarrollo gracias a su actividad comercial. Además de la citada Colegiata de Santa María, se establecen las parroquias, numerosos conventos o capillas callejeras, junto con los palacios, de estilos manierista y sobre todo barroco, que cuenta en Antequera con un gran foco artístico.
En el Museo de la Ciudad se pueden ver restos de todas estas épocas. Destacamos el célebre Efebo de Antequera.
Muy cerca de la ciudad encontramos dos maravillas de la naturaleza. Por un lado, dominando el paisaje de la vega antequerana está la Peña de los Enamorados, con su característico perfil. Pero sobre todo destaca el mágico espacio del Torcal de Antequera, con sus increíbles parajes, organizados en diversas rutas.